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M.8 ¿Debería odiar a mi enemigo? ¿Puedo rezar por la victoria?

Enemigo y guerra

Los sentimientos de odio podrían nublar tu juicio y hacerte menos humano. El mandamiento de Jesús ‘amad a vuestros enemigos’ (Mateo 5,44) es totalmente opuesto al odio. Dios aborrece cada mala acción, y sufre con todos aquellos que son víctimas de las mismas y de la violencia. Pero no puede dejar de amar a las criaturas que ha creado, por viles que sean los delitos que cometan. Tú puedes aprender de Él: ama al pecador, lucha contra el pecado. Esto también significa respetar la dignidad humana del enemigo en todo momento.

Puedes orar por la victoria, sabiendo que el enemigo puede hacer lo mismo. Al igual que con todas las oraciones, debes dejar el resultado en manos de Dios, y simplemente hacer tu deber como soldado. Dios no juega con marionetas, y trabaja principalmente a través de la gente para traer el bien al mundo. ¡Tú también puedes ser una fuente de bien a tu alrededor!

El odio es contraproducente y contra el mandamiento del amor de Dios. Puedes orar por la victoria y al mismo tiempo rezar por el enemigo.
La sabiduría de la Iglesia

¿Qué actitud tiene un cristiano ante la ira?

San Pablo dice: «Si os indignáis, no lleguéis a pecar; que el sol no se ponga sobre vuestra ira» (Ef 4,26). [2302-2304] La ira o cólera es en primer lugar un afecto natural, como reacción a una injusticia experimentada. Pero cuando la cólera se convierte en odio y se desea el mal del prójimo, lo que es un sentimiento natural se convierte en una falta grave contra la caridad. Toda ira incontrolada, especialmente el deseo de venganza, está dirigida contra la paz y altera «la tranquilidad del orden» [Youcat 396].

¿Cuál es el peligro de el odio y la venganza?

Recordando el precepto: “No matarás” (Mt 5, 21), nuestro Señor pide la paz del corazón y denuncia la inmoralidad de la cólera homicida y del odio: la ira es un deseo de venganza. “Desear la venganza para el mal de aquel a quien es preciso castigar, es ilícito”; pero es loable imponer una reparación “para la corrección de los vicios y el mantenimiento de la justicia”. Si la ira llega hasta el deseo deliberado de matar al prójimo o de herirlo gravemente, constituye una falta grave contra la caridad; es pecado mortal. El Señor dice: “Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal” (Mateo 5,22) [CCC 2302].

¿Es el odio contrario a la caridad?

El odio voluntario es contrario a la caridad. El odio al prójimo es pecado cuando se le desea deliberadamente un mal. El odio al prójimo es un pecado grave cuando se le desea deliberadamente un daño grave. “Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial...” (Mateo 5, 44-45) [CCC 2303].

Esto es lo que dicen los Papas

“No es el poder lo que redime, sino el amor. Éste es el distintivo de Dios: Él mismo es amor. ¡Cuántas veces desearíamos que Dios se mostrara más fuerte! Que actuara duramente, derrotara el mal y creara un mundo mejor. Todas las ideologías del poder se justifican así, justifican la destrucción de lo que se opondría al progreso y a la liberación de la humanidad. Nosotros sufrimos por la paciencia de Dios. Y, no obstante, todos necesitamos su paciencia. Dios, que se ha hecho cordero, nos dice que el mundo se salva por el Crucificado y no por los crucificadores. El mundo es redimido por la paciencia de Dios y destruido por la impaciencia de los hombres. ” [Papa Benedicto XVI, al comienzo de su ministerio, 24 de Abril 2005].