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M.7 ¿Qué pasa si como soldado me dicen que haga algo que no siento que esté bien?

Fe y acción

En general, le corresponde a la autoridad legal establecer las normas, y hemos de seguirlas (Romanos 13, 4). Y las fuerzas armadas están instituidas para ayudar a hacer cumplir la ley a todos. Pero a veces la ley o la orden recibida es moralmente incorrecta. En ese caso, es la tarea de todos los soldados negarse a obedecer. Lo mismo se aplica para la presión de grupo y la intimidación por rango: tienes que tomar responsabilidad personal.

Tu conciencia es como una antena que te ayuda a discernir si algo está mal. Una buena regla general que te advierte para tener cuidado es: “Si sientes que está mal, por lo general es malo”. Obviamente, el contexto de tu misión es importante: a pesar de que puedes sentirte mal al dejar a tu familia e ir a defender tu país, puede seguir siendo lo que hay que hacer. En caso de duda, pide a Dios que te guíe y siéntete libre para charlar con tu capellán.

Si sientes que está mal, probablemente lo está. Relacionar todo lo que haces con el amor y la supremacía de Dios, te ayudará a discernir entre el bien y el mal.
La sabiduría de la Iglesia

¿Cuándo está moralmente permitido el uso la fuerza militar?

El uso de la fuerza militar está moralmente justificado cuando se dan simultáneamente las siguientes condiciones:
- certeza de que el daño causado por el agresor es duradero y grave;
- la ineficacia de toda alternativa pacífica;
- fundadas posibilidades de éxito en la acción defensiva y
- ausencia de males aún peores, dado el poder de los medios modernos de destrucción [CCCC 483].

¿Cuándo está permitido el empleo de la fuerza militar?

El empleo de la fuerza militar sólo es posible en caso extremo de necesidad. Para una «guerra justa» se requieren las siguientes condiciones:
1. Constancia cierta de la gravedad de la agresión
2. Que sea la única y última posibilidad de defensa
3. Condiciones serias de éxito
4. Proporcionalidad de los medios empleados [Youcat 399].

En caso de amenaza de guerra, ¿a quién corresponde determinar si se dan las anteriores condiciones?

Determinar si se dan las condiciones para un uso moral de la fuerza militar compete al prudente juicio de los gobernantes, a quienes corresponde también el derecho de imponer a los ciudadanos la obligación de la defensa nacional, dejando a salvo el derecho personal a la objeción de conciencia y a servir de otra forma a la comunidad humana. [CCCC 484].

¿Qué es el derecho y el deber de la autoridad en peligro de guerra?

Los poderes públicos tienen en este caso el derecho y el deber de imponer a los ciudadanos las obligaciones necesarias para la defensa nacional. Los que se dedican al servicio de la patria en la vida militar son servidores de la seguridad y de la libertad de los pueblos. Si realizan correctamente su tarea, colaboran verdaderamente al bien común de la nación y al mantenimiento de la paz [CCC 2310].

Esto es lo que dicen los Papas

“su obediencia [del ciudadano] a las autoridades públicas no es, en modo alguno, sometimiento de hombre a hombre, sino, en realidad, un acto de culto a Dios, creador solícito de todo, quien ha ordenado que las relaciones de la convivencia humana se regulen por el orden que Él mismo ha establecido ... El derecho de mandar constituye una exigencia del orden espiritual y dimana de Dios. Por ello, si los gobernantes promulgan una ley o dictan una disposición cualquiera contraria a ese orden espiritual y, por consiguiente, opuesta a la voluntad de Dios, en tal caso ni la ley promulgada ni la disposición dictada pueden obligar en conciencia al ciudadano, ya que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5,29)” [Papa Juan XXIII, Pacem in Terris, 11 abril de 1963, 50-51].